Introducción día dos.
Se escucha música de fondo, gracias a sus estudios en música clásica puede determinar que es “las bodas de fígaro” de Mozart. Se observan unas misteriosas siluetas e imágenes, son tan breves como si fueran flashes, solo fracciones de segundo de duración. Entre todo se distingue entre la luz intensa la misma cabellera castaña y perfecta que estaba en el bar, el hombre con gafas de rostro sepulcral y se percibe un fuerte olor a sangre metálica. Rodolfo despertó, recordando lo previamente mencionado, sin saber que era, sin saber que pasó sin saber que significada todo eso.
Día dos.
Rodolfo fue a su trabajo y su jornada laboral fue igual de buena que la del día anterior. Infortunadamente cuando volvía de su trabajo a cinco cuadras de su casa un conductor de una camioneta no respetó un semáforo en luz roja y colisionó fuertemente contra la parte lateral derecha del auto de Rodolfo.
- ¡Puta madre, que imbécil no puedo creerlo!- Gritó Rodolfo enfurecido y a la vez conmocionado.
- ¡Lo siento, lo siento, lo siento! – Dijo repetidamente el hombre muy apenado, con los ojos salidos, de unos cincuenta años, alto, tendiendo a obeso, de tez color tendiendo a blanca con un tono verdoso y ojos marrones de pupilas extremadamente contraídas. E intentando mitigar el cólera del totalmente enrabiado hombre hizo un gesto con las manos expresando respeto, pena y completas disculpas.
El hombre le dijo su nombre, nuevamente disculpándose, indignado consigo mismo. Su nombre era Alfonso Álvarez, trabajaba como repartidor de insumos de computación comprados desde internet, por esta razón tenía unas tarjetas con su nombre y teléfono celular, y le dio una en caso de tener algún percance respecto al seguro y le afirmó que todos los gastos iban a ser pagados.
Rodolfo volvió a su casa ya pasadas las diez de la noche, seguidamente llamó al seguro y al finalizar su llamado le urgió llamar a Alfonso ante una duda que se le planteó, aunque fue inútil, tras cinco intentos no pudo contactarlo, quizá no estuviera en su casa y no pudiera atender por alguna razón arbitraria su celular. Aunque preocupado por esto, fue vencido por el cansancio y fue a dormir con la esperanza de contactarse con él y encontrarlo al otro día.
Ferchu Fernández
Ferchu Fernández
Muy bueno ferchu, y se viene el 3 :D
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