lunes, 29 de agosto de 2011

Sombras de realidad, Capitulo 4



Introducción Tiempo atrás.
Ya con cinco años Rodolfo era más rápido sumando y restando que personas del doble o aún más edad que él, y lo más extraño era que nadie le había enseñado, es decir, había aprendido lo básico, pero sumas complejas nadie se lo enseñó. Tenía una imaginación extraordinaria, la cual usaba solamente para su diversión propia. El problema era que los métodos de enseñanza le parecían aburridos y sentía que sus maestros no comprendían que el usaba métodos diferentes para aprender las cosas, se distraía con facilidad, faltaba a clases periódicamente e inclusive sentía cierto rechazo hacia la autoridad. Todo esto debido al modo en que se desaprovechó su capacidad, por ende, adquirió un grado avanzado de hiperactividad, el cual no fue tratado y se convirtió en el talón de Aquiles de su capacidad intelectual.

Tiempo atrás.
Pasados unos años de esto, ya en grados avanzados en la escuela, se distraía con facilidad, y lo que sabía era por los mediocres minutos diarios que prestaba atención antes de encontrar el más mínimo acontecimiento que lo distrajera.
Afortunadamente, casi sin problema alguno, pudo terminar el último año y entrar al liceo, donde comenzó medianamente bien pero a medida que avanzaba de año y se requería más atención en el curso fue pasando cada vez más y más raspando el límite. Hasta que finalmente reprobó dos años seguidos y el último año lo terminó debido a que fue a un liceo que con pagar la abultada cuota cada mes ya se aprobaba todas las materias.
Por esta razón, Rodolfo iba muy seguido al psiquiatra y tomaba medicamentos para concentrarse, pero no se sabe porque, empezó a sentirse deprimido, posiblemente por sus bajas notas o a causa de efectos secundarios del medicamento que tomaba. Esto lo llevó hasta las drogas, comenzó consumiendo cada muy poco, y con el correr del tiempo hizo de ellas algo rutinario, no le alcanzaba con lo que probaba diariamente, entonces empezó ocasionalmente a consumir drogas más fuertes, hasta que un día fue encontrado en medio de un parque yaciendo en el piso, un hombre que pasó llamó a una ambulancia y fue internado al instante. El médico dijo a sus padres que al parecer su hijo había sufrido una sobredosis provocada por varios estupefacientes a la vez, frente a esto sus padres con preocupación e indignación esperaron hasta que su estado mejorara e inmediatamente lo internaron en un centro de rehabilitación, el mejor y más caro en todo el país. En este no podía tener casi visita alguna, y si era así, eran estrictamente vigiladas, excepto las visitas de su psiquiatra las cuales eran privadas.
Ya rehabilitado casi por completo, debía ir todas las semanas a un laboratorio para realizarse un antidopaje, de esta forma controlaban que no volviera a consumir más nada, y para estar seguros también debía tener tres consultas semanales con su psiquiatra.
Este hombre, el Dr. Roberto Harrison, era una de las personas que más conocía de Rodolfo si no era, realmente, el que más. Intentó ayudar con todas sus fuerzas a su paciente aunque algunas veces, como todo ser humano, puede cometer errores.

Ferchu Fernández 

jueves, 18 de agosto de 2011

Sombras de realidad, Capitulo 3







Introducción día tres.
Nuevamente se escucha “las bodas de fígaro” de fondo. A un costado a su derecha pudo divisar una figura que claramente era Alfonso, y a su izquierda pudo recordar ver de una manera más precisa a la mujer del bar. Luego por unos instantes Rodolfo tuvo una especie de apagón en su memoria y lo siguiente que recordó fue ver al mismo hombre de anteojos redondos mirándolo fijamente seguido por otro apagón.
Esta vez, después de ese silencio visual vio algo mucho peor de lo que sus más tétricas y morbosas pesadillas jamás hubieran mostrado. Un cuerpo con la caja torácica completamente separada en dos, al igual que en una autopsia, muchísima sangre e instrumentos de cirugía recientemente usados y empapados de olor a carne con una pizca de muerte. Frente a esto su reacción fue despertar bruscamente.
Día tres.
Movido por acción de un reflejo, una fuerza superior o a causa del miedo, sin dudarlo y ni siquiera pensarlo dos veces tomó el teléfono y llamo a su psiquiatra, el cual hacía dos años no veía.
Marco cita para una hora después de su egreso del trabajo, debía ir a ese apartamento al cual prometió nunca más volver.
Apenas colgó vio una luz cegadora seguida de un fuerte trueno que provoco el estremecimiento de sus ventanas e incluso sus miembros inferiores, algo impresionantemente curioso e insólito fue que no llovía, el cielo estaba absolutamente despejado.
Desde su trabajo se dirigió hacia aquel apartamento que le causaba tanto desasosiego. Mientras se dirigía hasta su destino recordó que se había olvidado completamente de llamar a Alfonso, cosa que le pareció estúpida, ya que el haber tenido que viajar por medio de un taxi debería de haberle recordado contactarse con él con el fin de solucionar el problema con el arreglo de su auto.
Tantas ideas pasaban por su cabeza, pero lo primordial frente a su mente eran esos sueños, esas inquietudes que le carcomían el cuerpo y alma, que contrastaban de una manera casi siniestra y mística con lo que la belleza de la costa deslumbraba.
Mientras salía del taxi, vio a un hombre muy extraño bajando de un autobús, el hombre iba diciendo cosas que llegaban a tal punto de lo ininteligible que parecían gemidos, tenía una cara extraña, ojos salidos, azules como el cielo al mediodía y pupilas dilatadas. Caminaba de una manera muy rara, como si estuviera horrorizado de todo lo que lo rodea y del aire en sí. Fue tan grande la impresión de Rodolfo que espero verlo pasar a el primero y abrir la puerta, observándolo por detrás, le hizo acordar de una extraña manera a Gollum del señor de los anillos pero vestido, un poco más relleno y con pelo.
A Rodolfo algo que le llamo la atención es que este hombre llegue a esa hora, él había pedido hora para dentro de 5 minutos, y obviamente, este extraño también iba al mismo lugar que él y con razones más fuertes a simple vista, pero no siguió pensando en eso, era de lo que menos había que preocuparse pensó, al fin y al cabo su psiquiatra era un hombre muy profesional que nunca había tenido un error en cuanto al horario de las sesiones.
Al entrar al edificio, sube por el elevador hasta el piso cuatro, al salir de esta ve entrar a ese extraño hombre al apartamento tres de ese piso, el apartamento de su psiquiatra, prosigue abriendo la puerta y ve la entrada del apartamento tal y como lo recordaba, muy pocos cambios destacados.
La entrada, o hall principal, era espaciosa, pintada de un tono verde manzana con unas ventanas amplias a la derecha, que daban una vista espectacular a la costa, rodeadas por unas cortinas rojas que contrastaban totalmente con el color de las paredes. Al frente había tres sillones para esperar, uno largo para tres personas, y dos para una sola persona, todos de terciopelo color rojo. El piso esta vez esta vez estaba cubierto completamente por moquete negra, posiblemente para disimular la suciedad y no andar limpiando el piso siempre como cuando ésta era de color blanca. A la izquierda se encontraba la recepción y junto a esta, la puerta para acceder a ese salón testigo de tantos recuerdos, penas y locuras, ajenas y propias.
Para Rodolfo, esta belleza de lugar era igualmente superada por los casi implacables recuerdos que por años lo han perseguido, pero que por sesiones extremadamente largas y rutinarias fueron amansados.
-Calma Emiliano, tranquilo. Tenés que esperar una hora más, hay otro paciente.- contestó la recepcionista con una voz suave que expresaba tranquilidad y entendimiento.
-¡No puedo, no puedo, no puedo!- reiteró este hombre, con lágrimas irradiando espanto y desesperación.
-Debés hacerlo, el doctor Harrison te va a atender en la hora que es tuya- insistió.
-¡Taaaaaaaaaaaaa!- se hizo un silencio de dos segundos mezclado con su agitada respiración- ¿¡Basta, no quiero escucharte más ni a vos ni a ellos, no me dejan tranquilo no entendés!?
-Señorita, ¿necesita ayuda? – intervino Rodolfo preocupado.
-No, muchísimas gracias por tu amabilidad, pero lamentablemente ya estoy acostumbrada- respondió con una sonrisa cuya falsedad estaba delatada por sus expresiones.
Poco después dejó de molestar a la recepcionista, se sentó en un sofá y quedo balanceándose y hablando consigo mismo.
Rodolfo le dijo su nombre a la secretaria, y ésta le abrió la puerta diciéndole “adelante”.

Ferchu Fernández 

lunes, 15 de agosto de 2011

Sombras de realidad, Capitulo 2



Introducción día dos.
Se escucha música de fondo, gracias a sus estudios en música clásica puede determinar que es “las bodas de fígaro” de Mozart. Se observan unas misteriosas siluetas e imágenes, son tan breves como si fueran flashes, solo fracciones de segundo de duración. Entre todo se distingue entre la luz intensa la misma cabellera castaña y perfecta que estaba en el bar, el hombre con gafas de rostro sepulcral y se percibe un fuerte olor a sangre metálica. Rodolfo  despertó, recordando lo previamente mencionado, sin saber que era, sin saber que pasó sin saber que significada todo eso.
Día dos.
Rodolfo fue a su trabajo y su jornada laboral fue igual de buena que la del día anterior. Infortunadamente cuando volvía de su trabajo a cinco cuadras de su casa un conductor de una camioneta no respetó un semáforo en luz roja y colisionó fuertemente contra la parte lateral derecha del auto de Rodolfo.
- ¡Puta madre, que imbécil no puedo creerlo!- Gritó Rodolfo enfurecido y a la vez conmocionado.
- ¡Lo siento, lo siento, lo siento! – Dijo repetidamente el hombre muy apenado, con los ojos salidos, de unos cincuenta años, alto, tendiendo a obeso, de tez color tendiendo a blanca con un tono verdoso y ojos marrones de pupilas extremadamente contraídas. E intentando mitigar el cólera del totalmente enrabiado hombre hizo un gesto con las manos expresando respeto, pena y completas disculpas.
El hombre le dijo su nombre, nuevamente disculpándose, indignado consigo mismo. Su nombre era Alfonso Álvarez, trabajaba como repartidor de insumos de computación comprados desde internet, por esta razón tenía unas tarjetas con su nombre y teléfono celular, y le dio una en caso de tener algún percance respecto al seguro y le afirmó que todos los gastos iban a ser pagados.
Rodolfo volvió a su casa ya pasadas las diez de la noche, seguidamente llamó al seguro y al finalizar su llamado le urgió llamar a Alfonso ante una duda que se le planteó, aunque fue inútil, tras cinco intentos no pudo contactarlo, quizá no estuviera en su casa y no pudiera atender por alguna razón arbitraria su celular. Aunque preocupado por esto, fue vencido por el cansancio y fue a dormir con la esperanza de contactarse con él y encontrarlo al otro día.

Ferchu Fernández 

domingo, 7 de agosto de 2011

Sombras de realidad, Capitulo 1


Introducción uno.
Rodolfo estaba solo en un hacinamiento de pensamientos, muchas ideas cruzaban ferozmente su psique. De pronto estas ideas se hicieron cenizas que desaparecieron en un trasfondo oscuro, el cual fue prontamente confundido con una maleza de confusión. Su último recuerdo antes de perder por completo el conocimiento fue un rostro pulcro, de color pálido, con pelo corto de color extremadamente  plateado, pómulos prominentes y unos pequeños ojos negros escondidos debajo de la propia cara, y aún más escondidos por unos grandes anteojos redondos con patillas negras contrastando su sepulcral rostro.
Día uno.
Suena el despertador a las 7 de la mañana, Rodolfo despertó como un día normal. Siguió su vida normal, tal como si nada hubiera acontecido, se levantó, tomó su café de la mañana con tostadas y fue a su computadora. Revisó algunos mails, y salió a hacer su vida como siempre, a las nueve en punto llegó a su trabajo. Cosa que llamó su atención fue haber llegado media hora antes de lo normal, ya que generalmente sufría una demora a causa de embotellamientos en el centro de la poblada, salvaje, vacía y fría ciudad.
El Sr. Cortés, su jefe, estaba con un humor nunca antes percibido por Rodolfo. Su pulida cabeza, sus ojos verdes oliva y su perfecta sonrisa relucían un brillo que siempre había sido opacado frente a su sombría y aterradora autoridad.
- ¿Señor Benítez como está usted? -. Muy atentamente saludó
Rodolfo a la vez sorprendido tanto como preocupado respondió intentando no ahogarse con su propia saliva frente a tal sorpresa. – ¿Muy bien,  usted señor Cortés? –.
-¡De maravilla! – contestó con un tono de envidiable felicidad.
Rodolfo llegó hasta a dudar incrédulamente sobre si esto tendría fines ocultos bajo una penumbra, pero concluyó que su jefe solamente debería de tener un muy buen día.
Orlando, uno de sus compañeros de trabajo y gran amigo llegó con resaca como acostumbra todos los lunes y días posteriores a feriados.
 - ¿Cómo andas Rodo? ¿Todo tranquilo? – Preguntó él con una voz afónica y una sonrisa completamente dibujada.
- Bien, cansado, ayer me sentí mal y tuve pesadillas, pero bueno, que voy a hacer. ¿Viste la cara de felicidad que tiene Cortés hoy? -. Contesto a su pregunta e hizo una él a continuación.
Orlando a esto respondió con una sonrisa, esta vez bastante real – ¡El boludo debe haber encontrado novio ayer!
– Shh, tarado puede escucharte – murmuró Rodolfo.
Terminada la conversación debido a que se acercó cortés a sus mesas de trabajo el transcurso de su jornada laboral continuó de bien en mejor, mucho más tranquilo de lo que es comúnmente.
Al salir, Rodolfo sintió que ese día fue uno de los más felices desde hacía años y que aún faltaban ocho horas para aprovecharlo al máximo.  A las seis de la tarde llegó a su casa, comió algo, jugo un poco de póker online y decidió bañarse para luego salir, aunque sea una hora, al bar del barrio. A las ocho, ya en la noche, entró al bar y pidió unas cervezas. Tres cervezas después, las cuales deben de haber sido aproximadamente una hora, una mujer hermosa, delgada, de mediana estatura, con cabello largo, lacio, castaño, ojos verdes, piel parda y quizá un poco más de unos veinte años, entró al bar, se sentó en una mesa y pidió dos medidas de bourbon. Rodolfo quedó completamente perplejo al ver tal belleza que contemplaba y de una extraña forma deleitaba a sus ojos, estaba pasado de alcohol por lo que no se molestó en siquiera mirarla disimuladamente. Obviamente, la chica se dio cuenta que la estaba mirando como un perro de la calle observando un saco de huesos con carne, casi más babeando y totalmente atontado como si nunca hubiera visto a una mujer. Además de su belleza había algo más en ella que lo cautivaba, que lo atrapaba, algo que aumento su curiosidad a tal punto que no se contuvo más y le fue a hablar. No le dejó siquiera acercarse y ya lo miró diciéndole de una forma sutil que desaparezca de su vista. Él intento acercársele de nuevo obteniendo el mismo resultado, o peor, la mujer fue a hablar con un conocido de ella. Esto le provocó las ganas de volver a su casa.
Cuando llegó, ordenó unas pizzas y se acostó a mirar la tele mientras intentaba ser vencido por el sueño, concluyendo que nunca existió ni va a existir un día perfecto en su vida, todo es equilibrio en la balanza de la vida, y que todo día es bueno o malo dependiendo de la visión y la capacidad de conformarse de cada uno.

Ferchu Fernández 

jueves, 4 de agosto de 2011

La barca

Richard estaba sentado en una roca, en la playa, con la marea alta, ya que hacia horas estaba sentado en esta y al crecer ya no podía salir de esta roca sin mojarse y nadar en esa fuerte corriente, la luna estaba brillando más que nunca y completamente redonda y perfecta a su mirada, el ruido de las olas y el olor a salitre lo dejaban en un estado de idiotismo el cual se transformó en una especie de burbuja de pensamientos y estuvo unas dos horas sin razonar ni sentir ni siquiera su propia respiración frente al gran silencio que había, de la nada empezó a sentir que flotaba y flotaba, era que su imaginación lo estaba haciendo ir a otro mundo. 
A las 11:59 P.m. la espesa neblina le impedía ver con claridad un barco que estaba a unos pocos metros de él, aparentemente estaban pescando con una red, lo único que veía era el contorno y la fuerte luz que llevaban, de repente se dio cuenta que tendría que haberse ido hacia horas y sintió el fuerte deseo de volver a su casa, pero no sabía porque tenía una curiosidad extrema hacia ver de que era ese barco, ya que esa zona no era una zona común para pescar, entonces Richard les gritó por impulso, y aunque estaban muy cerca y casi en completo silencio solo el ruido del mar no tuvo respuesta alguna, estuvo aproximadamente un minuto mirando fijamente aquel barco y en un momento la neblina se hizo mucho menos espesa y pudo divisar algo que le parecía un cuerpo humano, y definitivamente lo era, un cuerpo lleno de algas y ensangrentado, con desesperación en su cara. Al ver esto se lanzó al agua sin pensar en nada solamente salvar a esa persona de ahogarse o ayudar a quienes lo estaban sacando. Mientras nadaba hacia la mayor fuerza posible para llegar más rápido pero no avanzaba, no entendía la razón. Hasta que frente a la desesperación le grito a los del barco, los cuales no dieron respuesta alguna, como si no les importara. Luego el pobre Richard quedó vencido por la fuerza del mar, pero por alguna razón la corriente lo llevo hacia otra roca, la cual en todos sus años de ir a esa playa nunca había visto. Casi desmayado apenas podía mover su cabeza para un costado e intentar ver donde estaba, no reconocía nada, no entendía nada, no sentía nada, ni siquiera sentía el dolor. En ese momento un barco se acercó hacia la roca en la cual estaba él, de manera sigilosa, como una barca mortífera y tétrica, repentinamente fue deslumbrado por una especie de foco y salió una persona misteriosa de este barco la cual lo levanto y para su sorpresa pudo seguir caminando sin su ayuda, le hizo una seña como exigiendo que lo acompañe, el nervioso lo acompaño y se subió a esta barca, el barco zarpó y mientras se alejaba de la costa a lo lejos se veía que se encendió el faro de la medianoche.





Ferchu Fernández
Creado el Viernes, 28 de mayo de 2010