miércoles, 28 de septiembre de 2011

Sueños

Ayer tuve un sueño, en este soñaba que debía manejar una especie de ómnibus de doble piso. El camino empezaba normal, esperaba llegar sin problemas hacia la cima, de pronto me doy cuenta que esta cima cada vez era más empinada, cada vez el camino era más y más perpendicular al piso. Cuanto más creía que menos faltaba más desaceleraba, hasta que en un momento no podía subir más, el vehículo que me llevaba hasta la cumbre volcó y rodó, quedé por la mitad de mi camino, con mi único medio para avanzar llevando todos mis objetos destrozado. Consecuentemente, quedé sentado en el pedregullo, recostado contra los restos de mi transporte retorcidos yaciendo en el piso, lamentándome y ya mis esperanzas se desvanecían. Una persona de avanzada edad se acercó y preguntó qué estaba haciendo, le respondí y me pregunto, “¿Entonces que harás? ¿Simplemente vas a desistir y abandonar todo?”, yo simplemente señalé la montaña de metal y objetos esparcidos por el piso. Entonces me dijo “No todo es fácil en la vida, y aunque algo parezca muy difícil si lo logras será más placentero y mejor recompensado, sí no tienes ayuda para cumplir tu objetivo te costará más, pero esto te enseñará a que no siempre debes depender de los demás y si haces las cosas con tu esfuerzo, poco a poco y sin nadie ni nada que te pueda desilusionar vas a lograr las cosas y llegar a un resultado igual o mejor al que esperabas llegar”. Al oír todo esto simplemente pensé, “está loco”, sin darme cuenta que a veces los que llamamos locos son los que ven la vida de una forma diferente, y pensar que nuestra visión es la correcta es muy egocéntrico de nuestra parte. Pasó el tiempo y yo intentando reparar mi medio de transporte pero era prácticamente imposible por mis medios, era aspirar a algo que nunca llegaría sin ayuda. Entonces el viejo pasó y me dijo, “veo que todavía no aprendiste” y retomó su camino.
Ya sin ideas en mente se me ocurrió hacerle caso a ese loco anciano, llevando una por una cada cosa hasta la cima, costó más de lo que hubiera costado con el vehículo, pero lo logré, por mí mismo, sin ayuda de nadie más.
En ese mismo lugar un poco a lo lejos veo una montaña de cosas exactamente iguales a las mías pero más deterioradas, el gris ya había pasado a un color ladrillo y algunas ya eran polvo en el viento. El viejo salió de detrás de esa montaña de chatarra, diciéndome: “Tardaste, al igual que yo, pero con el tiempo pudiste darte cuenta que era lo correcto y la única opción viable.” Sonrió y detrás de esa barba larga y cabello blanco me pareció ver un espejo del mismísimo tiempo que tenía escrito “Se podrá hacer de manera diferentes, con ayuda o sin ayuda, sin pistas o con ellas, pero siempre, siempre, si realmente se lo desea finalmente sale como lo quisiste, o aún mejor.”
Esto fue un simple sueño, pero como todo sueño tiene muchas veces la verdad, nuestros sentimientos e ideas escondidas bajo un manto de surrealismo.

Ferchu Fernández 


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