miércoles, 28 de septiembre de 2011

Sombras de realidad, Capitulo 6


Introducción día cuatro.
“Las bodas de fígaro” invadían sus tímpanos otra vez más. A su derecha ve a Alfonso y a su izquierda a la mujer del bar nuevamente. Lo más inquietante fue cuando a lo lejos vagamente pudo reconocer el rostro del tal “Emiliano”, el mismo hombre extraño del consultorio que tanto llamó su atención.
De pronto, el hombre de las gafas se acerca, dice algo casi inaudible e inentendible, pero aun así le erizó la piel. Esporádicamente empezó a crearse una atmosfera de horror y malas expectativas. Esto acrecentó cuando sintió que se estaba moviendo sobre algo con ruedas y todo se volvió oscuro.
Al abrir los ojos ve la misma cara que había visto el día anterior, era ciertamente el doctor Harrison. Por detrás de él, se encontraban una mujer sollozando y un hombre consolándola, eran los padres de Rodolfo.

Día cuatro.
El teléfono suena, Rodolfo se despierta consecuentemente a esto, salta y corre para atenderlo.
-¿Hola? – Responde el llamado con la típica voz de recién despierto.
- Hola Rodolfo, ¿Cómo estás?, discúlpame por llamar a esta hora, no quise molestarte es que tuve unos días muy difíciles y por eso se me ha hecho imposible contactarme contigo antes. – dice una voz conocida.
Rodolfo mira el reloj, eran las seis de la mañana, y el hombre prosiguió preguntando “¿Me recuerdas verdad?
-Lo siento, pero no sé quién es usted.- Contestó.
-Soy Alfonso, lamento molestarte llamando a estas horas, pero era para avisarte que ya está todo pago el arreglo de tu auto. No he dormido nada bien en estos días, tampoco he ido a trabajar y mi psiquiatra me mandó una medicación tan potente que apenas puedo levantarme. – Respondió la voz conocida finalmente revelada.
- Perdóname, no te reconocí la voz. Muchísimas gracias por avisarme, ya me empezaba a preocupar. – Habló con un tono de felicidad que rápidamente cambio a preocupación – Disculpa mi intromisión pero… ¿Estás bien? ¿Te ha pasado algo grave?
- Estuve teniendo pesadillas que me están volviendo completamente loco, al punto de que llego a soñar despierto o algo así… - hubo un silencio y continuó – la verdad ni mi psiquiatra entiende que está pasándome. – Contestó Alfonso Álvarez.
-¡Yo también he tenido pesadillas horrendas estos últimos días, y te vi en ellas! – exclamó Rodolfo sobresaltado.
-¡No puedo creerlo! No puedo creerlo, no, no, no, ¡no puede ser! – Gritó Alfonso y retoma su dialogo agregando algo que dejo completamente paralizado a Rodolfo – ¡En mis pesadillas también te he visto, acostado en una camilla a mi izquierda!
Las manos de Rodolfo perdieron fuerza inmediatamente. Completamente entumecidas, dejaron caer el teléfono al piso. Sus ojos se desorbitaron, casi quedó sin respiración y su corazón aumentó diez veces su velocidad de bombeo en un instante.
¡¿Hola, estás ahí?! ¡Rodolfo! – El teléfono yacía en el piso vociferando.
-Sí, estoy acá. – Respondió, tragó saliva para no ahogarse en ella frente a tal sorpresa y retomó su palabra – Necesito hablar contigo con urgencia, ¿Cuándo podemos vernos?
-Emm, bueno con esfuerzo intento salir por más que los calmantes me tengan exhausto, podríamos vernos en el bar de la avenida ¿Te parece bien hoy a las ocho de la noche? – Lo invitó con la intensión de aclarar sus dudas y quizá ayudarse entre ambos a resolver tal dilema.
- Sí, por supuesto ahí estaré. Queda muy cerca de mi casa, así que nos vemos pronto.- Terminó de decir esto, colgó el teléfono y simplemente se dejó invadir por la ansiedad.

Ferchu Fernández 

Sueños

Ayer tuve un sueño, en este soñaba que debía manejar una especie de ómnibus de doble piso. El camino empezaba normal, esperaba llegar sin problemas hacia la cima, de pronto me doy cuenta que esta cima cada vez era más empinada, cada vez el camino era más y más perpendicular al piso. Cuanto más creía que menos faltaba más desaceleraba, hasta que en un momento no podía subir más, el vehículo que me llevaba hasta la cumbre volcó y rodó, quedé por la mitad de mi camino, con mi único medio para avanzar llevando todos mis objetos destrozado. Consecuentemente, quedé sentado en el pedregullo, recostado contra los restos de mi transporte retorcidos yaciendo en el piso, lamentándome y ya mis esperanzas se desvanecían. Una persona de avanzada edad se acercó y preguntó qué estaba haciendo, le respondí y me pregunto, “¿Entonces que harás? ¿Simplemente vas a desistir y abandonar todo?”, yo simplemente señalé la montaña de metal y objetos esparcidos por el piso. Entonces me dijo “No todo es fácil en la vida, y aunque algo parezca muy difícil si lo logras será más placentero y mejor recompensado, sí no tienes ayuda para cumplir tu objetivo te costará más, pero esto te enseñará a que no siempre debes depender de los demás y si haces las cosas con tu esfuerzo, poco a poco y sin nadie ni nada que te pueda desilusionar vas a lograr las cosas y llegar a un resultado igual o mejor al que esperabas llegar”. Al oír todo esto simplemente pensé, “está loco”, sin darme cuenta que a veces los que llamamos locos son los que ven la vida de una forma diferente, y pensar que nuestra visión es la correcta es muy egocéntrico de nuestra parte. Pasó el tiempo y yo intentando reparar mi medio de transporte pero era prácticamente imposible por mis medios, era aspirar a algo que nunca llegaría sin ayuda. Entonces el viejo pasó y me dijo, “veo que todavía no aprendiste” y retomó su camino.
Ya sin ideas en mente se me ocurrió hacerle caso a ese loco anciano, llevando una por una cada cosa hasta la cima, costó más de lo que hubiera costado con el vehículo, pero lo logré, por mí mismo, sin ayuda de nadie más.
En ese mismo lugar un poco a lo lejos veo una montaña de cosas exactamente iguales a las mías pero más deterioradas, el gris ya había pasado a un color ladrillo y algunas ya eran polvo en el viento. El viejo salió de detrás de esa montaña de chatarra, diciéndome: “Tardaste, al igual que yo, pero con el tiempo pudiste darte cuenta que era lo correcto y la única opción viable.” Sonrió y detrás de esa barba larga y cabello blanco me pareció ver un espejo del mismísimo tiempo que tenía escrito “Se podrá hacer de manera diferentes, con ayuda o sin ayuda, sin pistas o con ellas, pero siempre, siempre, si realmente se lo desea finalmente sale como lo quisiste, o aún mejor.”
Esto fue un simple sueño, pero como todo sueño tiene muchas veces la verdad, nuestros sentimientos e ideas escondidas bajo un manto de surrealismo.

Ferchu Fernández 


lunes, 12 de septiembre de 2011

Sombras de realidad, Capítulo 5


Introducción Consulta con el Dr. Harrison.
Apenas Rodolfo entró, vio a aquél hombre que tanto sabía de él sin él conocer nada más que su nombre, su apariencia física y algún que otro detalle. Aquél que era más como un amigo callado al que le contaba todo y siempre lo escuchaba.
-¡Tanto tiempo Rodolfo, pasa!- saludó este hombre, alto, flaco, con una barba muy parecida a la de Freud, con sus lentes de lectura cubriendo sus negros ojos. Ya los años habían pasado y no tenía ese color de pelo y barba rojizo, sino que era un blanco nieve, aunque al parecer su estado físico y su humor seguían intactos a diferencia del color de su cabello.
Se saludaron y Rodolfo se acomodó en el diván mientras Roberto buscaba una libreta para anotar todo lo que sea de importancia para su criterio.
Consulta con el Dr. Harrison.
-Bueno, empecemos…cuéntame ¿cómo está tu vida, seguís estudiando o trabajas?- Preguntó el psiquiatra.
-Trabajo, estoy en una empresa donde hacemos propagandas para otras empresas y cosas así, no es la gran cosa pero me gusta este trabajo. – respondió Rodolfo.
- Muy bien, me alegro entonces que estés haciendo algo que disfrutes. ¿Y en este tiempo estuviste saliendo con alguien o hiciste nuevas amistades?
- Emm, sí, estuve saliendo con algunas mujeres, pero con la que más dure fue hace un año, estuve seis meses. Pero me di cuenta que ella no era para mí. Y amigos hice un muy buen amigo en mi trabajo. – Luego de un silencio agregó - También conocí bastante gente en un bar ubicado por mi casa.
- ¿y esas amistades son buenas personas?
- Sí, lo  son.-  Respondió con una expresión de sospecha en su rostro.
- ¿No te han incentivado a hacer cosas que no deberías, cierto?
-Ya veo a dónde quiere llegar- dijo el paciente con una sonrisa y añadió – si quiere decir sobre drogas no, no he consumido nada, solamente tomar algo de alcohol pero nada de lo de antes.
-  No estaba insinuando nada pero me alegra oírlo – respondió el médico y luego de unos segundos mirando fijamente hacia los ojos de Rodolfo continuó.- Bueno, por lo que veo estas curado de tu adicción, y a todo esto entonces, ¿Qué te trae por aquí después de tanto tiempo sin vernos?, no creo que sea porque extrañabas las sesiones conmigo o quisieras pagar para preguntarme como estoy yo y tener una simple charla.
- Bueno, veamos, es extraño decir esto, luego de tantas cosas que me pasaron que me llegue a preocupar por esto… pero estoy teniendo sueños muy extraños, y no fue una vez una pesadilla, sino que se repitió, que yo recuerde fueron dos o tres, pero mi última fue traumatizante.- Rodolfo paró para ver la reacción de su médico.
- Continúa.- simplemente dijo eso el psiquiatra.
- Estuve soñando con gente que conocí estos últimos días, la casualidad fue que antes no los conocía y ahora sueño con ellos, y puedo ver a un hombre con lentes grandes que me da mucho miedo sinceramente. En mis sueños siento, es decir, veo como sombras, siento música de fondo, y también siento olores. Pero esto no es lo peor, lo peor es que me di cuenta que el lugar que veo en mis sueños es una especie de morgue, vi un cuerpo abierto con instrumentos empapados en sangre.
- Que extraño, soñar con la morgue puede significar que estás pasando en un momento de grave dolor, ¿te está pasando algo?
- ¡No, al contrario!, desde que tengo estos sueños cuando despierto mi vida pasa sin preocupaciones, tal y como a mí me gustaría, solo alguna que otra cosa mala, el otro día choque mi auto, pero igual ya en unos días pienso que estará como nuevo y no hay ningún problema, no me molesta andar en ómnibus o en taxi por unos días.
-Esto es irónico totalmente, pero no me suena extraño, es decir, hace mucho te conozco y no debería contarlo por la confidencialidad de mis pacientes, pero tengo un paciente que le pasa exactamente lo mismo que a vos.- dijo Harrison mientras se rascaba la barbilla expresando con su lenguaje corporal que estaba intentando asimilar algo dentro de su cabeza.
-¿¡En serio!? – Rodolfo se levantó del diván, acercándose y mirando con una expresión de preocupación y nervios en sus rasgos faciales.
Aumentó la tensión, Rodolfo estaba inmerso en la idea de saber quién era ese paciente. Saber que significaban todos esos sueños.

El Dr. Roberto Harrison le dijo que lo sentía pero ya se había pasado cinco minutos de la hora, pero que quería verlo pronto para seguir discutiendo sobre el tema, y hasta incluso le dijo que lo llame al día siguiente para contarle si había vuelto a tener esos macabros, acechadores e inquietantes sueños. A esto su Rodolfo con mucha incertidumbre aceptó, sin poderse quitar de la cabeza que estaba pasando, y porqué su doctor que siempre era tan calmado, frío e inexpresivo demostró tal interés.

Llegó a su hogar y se acostó a dormir, rogando a Dios y a cualquier entidad existente que tenga piedad de él y lo ayuden a no seguir siendo acosado por estos visitantes nocturnos.

Ferchu Fernández