Todo
hombre tiene una mujer que lo vuelve loco, a algunos los arrastran al punto de
llevarlos hasta la muerte. Un adulto de temprana edad, cuya historia data de
hace ya muchísimos años, era una persona inteligente, educada, con talento, una
gran familia, un bello rostro y muy bien posicionado económicamente. A pesar de
todo esto no era considerado una persona normal en lo absoluto ¿Pero nosotros
somos normales? No lo creo, entonces ¿Nada de qué quejarse cierto? Están en lo
errado. La respuesta es “sí, de una mujer”.
Como
muchas, tenía múltiples facetas y momentos de múltiples cambios emocionales.
Cuando estaban con las demás personas ella parecía tan tranquila que sólo
miraba o apenas demostraba vitalidad, a tal punto que su presencia casi ni se
sentía. Pero al caer la noche en cuanto se encontraban solos susurraba a su
oído cosas que lo desalentaban totalmente, le quitaban las ganas de vivir y le
hacían vivir un infierno al pobre Y desorientado hombre. Ésta maldita mujer
reía macabramente o lloraba dependiendo del día, le quitaba el sueño,
descansaba felizmente cuando él sufría. ¿Para qué estar con una mujer que te
hace sentir de esa forma? Era ilógico, pero nada tiene de lógica en su
historia, aunque sí de real. Tan real como la palidez que tenía en su rostro
ésta mujer que ni me atrevo a nombrar, posiblemente su delgadez era debido al
hecho de que no quería que nadie la viera comer, quizá lo hacía a escondidas
por vergüenza. A los que sabían cómo era ella realmente tenían la loca idea de
qué se alimentaba del desespero del desafortunado.
Al
desaventurado y noble joven se le cruzaba por la cabeza “¿Qué he hecho para que
me hagas sentir así?” ¿Te ha pasado que alguien te haga sentir así por
momentos? Bueno, él de una extraña forma no podía librarse de ella, no fue como
a muchos que solamente les duran unos meses como demasiado olvidarse de
alguien. Él prácticamente desde que nació poseía recuerdos de ella, ya desde su
infancia la conocía y para peor su familia no le permitía deshacerse de esa
femenina puerta al infierno por razones relacionadas a la época, esos tiempos
eran diferentes a los actuales. Si estabas destinado a tener a alguien en tu
vida para toda la vida era prácticamente imposible evitar el cruel final que el
destino nos tiene preparados. Quizá pensaban que ella no le hacía tanto daño
como se creía, que el de una manera enferma dependía de ella o estaba escrito
ya en los astros que nunca debían cortar contacto, nadie lo sabrá realmente.
“¿Por
qué no fue a un psiquiatra o algo parecido?” pensarán. En efecto fue a muchos
médicos para hacer que ella desapareciera de su cabeza, su mente estaba todo el
día concentrada en esta mujer. La medicina, más precisamente las ramas relacionadas a lo que ocurre dentro y fuera de nuestras cabezas, no iban a avanzar hasta no menos de medio siglo después. ¿No
les ha pasado que alguien está en su cabeza sin que lo hayan buscado y de una
bizarra manera parece no quererles dejar por más tiempo y cosas que hayan
pasado? Obviamente en la mayoría de los casos es producto de nuestra
imaginación… aún así él no la soportaba más, pero todos sabían que él no podría
vivir sin ella. La mujer de sus pesadillas, la que siempre soportaba sus
problemas durante el día y frente a los demás, sólo para vaciarlos en él.
¿Egoísmo, venganza a causa de algo, rencor ilógico o qué? No se sabrá.
Ella
era real, no era un fantasma, un producto de su mente ni un ser extraño o
paranormal. Esto era lo peor, alguien de carne y hueso nos hace más daño que
cualquier ente no físico. No podía vivir sin ella, pero a la vez no soportaba
más vivir con ella y seguir pendiente de que nadie entendiera ni le apoyara en
la idea de hacerla desaparecer. Nefasta idea hacer algo así ¿No? Esa idea le
comió la mente y alma, tanto que decidió terminar su vida. Algunos dicen que
fue un disparo en medio de los ojos de esa acosadora, que ya formaba parte de
él, y al instante él también provocaría su propia muerte. Otros dicen que una
bebida venenosa acabó con ellos. Lo que se sabe con certeza es que él pidió en
su carta de despedida ser enterrado en un lugar que no puedan reconocer
extraños, con una lápida anónima y que ella fuera enterrada lejos de su cadáver
que por fin sería libre del acoso constante de alguien que ya era parte de él
mismo, no tanto de su alma, sino parte de su cuerpo. Vivieron y murieron
juntos, pero sus carnes en descomposición reposarían una lejos de la otra, por
más que formaban el mismo cuerpo desde que nacieron. Esa mujer era más un
extraño gemelo “parásito” con solamente una cara que ocupaba la parte posterior
de su cabeza. El hombre se llamaba Edward Mordrake, es el curioso caso de un
hombre descendiente de la nobleza inglesa cuya historia sea mito o realidad, me
pareció fascinante.
Ferchu Fernández
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